miércoles, noviembre 04, 2009

El "Ay de los sabios"

¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!
Isaías 5:21

En la economía discursiva de la verdad revelada, autoridad y autorización provienen de otra parte, nunca del propio texto. Mediante esta oportuna operación se quita de los ojos lo que se expone. Porque qué sino sabiduría puede invocar la palabra, por más prudente que sea?

domingo, septiembre 20, 2009

Hipertextual, quién?

La idea de que en un momento dado de un relato cualquiera pudieran ocurrir tantos sucesos como es dable imaginar y relatarlos todavía hoy me hace agua la boca. Era la combinación de "Rayuela" y "La Biblioteca de Babel", y de un modo intuitivo se percibía que algún efecto imprevisto debería llegar de la mano del número, del orden y la magnitud. En términos ideales era inabarcable. Pero en la práctica podían pensarse un conjunto de reescrituras antitéticas, inconexas, discordantes. Costaba. Claro. Cómo no iba a costar. Pero se podía.
Sin embargo, seguimos siendo lineales. En el mejor de los casos.

viernes, septiembre 18, 2009

Quién se robó Octubre?

Para lo que les va a servir...

domingo, septiembre 13, 2009

La invisibilidad razonada

Una vez que te acostumbres a pensar en términos de voluntades, todo es mucho más sencillo. Lo único difícil entonces es recordar cómo eran las cosas antes. Porque nadie piensa en esos términos. Ni en ningún otro.

jueves, agosto 27, 2009

Soy yo, o me parece a mí?

Hasta no hace tanto tiempo atrás, cuando alguien se refería en público a escribir, por lo general significaba, precisamente, publicar. Estaba claro que entre uno y otro dista un trecho vastísimo, las más de las veces insalvable, pero la secuencia era rigurosa. Primero se escribe, y después, con mucha suerte y más trabajo, se publicaría.
A nadie se le habría ocurrido que la posibilidad inversa -publicar primero, escribir después-, pudiera existir siquiera.

miércoles, agosto 12, 2009

El principio y la incertidumbre

"En el discurso que hoy debo pronunciar, y en todos aquellos que, quizás durante años, habré de pronunciar aquí, hubiera preferido poder deslizarme subrepticiamente. Más que tomar la palabra, hubiera preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo posible inicio. Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido, por tanto, inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería antes bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su desaparición posible."

Michel Foucault
Lección inaugural en el Collège de France,
pronunciada el 2 de diciembre de 1970.
"El orden del discurso", traducción de Alberto González Troyano, Tusquets Editores, Barcelona, 1980.